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Cuando aquella nave, la San José, dobló el Guadalquivir, con esa solemnidad tan japonesa capaz de hacer del silencio las mangas de un kimono, hubo quien especuló con la idea de que aquellos fuesen los Reyes Magos; aunque en vez de tres fueran 30, por qué no.
Virginio Carvajal Japón creció oyendo las batallas de un abuelo que no le contaba una mili con piojos y sopas de pan duro en un tazón de agua, sino las hazañas de un antepasado que vino en el bajel fletado pro Date Masamune, uno de los señores feudales del antiguo Japón, y decidió quedarse en Coria, pescando y descubriendo al mundo los crudos placeres del sushi.
Aquello alucinaba a este hombre que hoy preside la Asociación Hispano Japonesa Hasekura Tsunenaga y es descendiente de uno de los seis samuráis que se instalaron a la orilla del río.
'Mi antepazao fue uno que se tuvo que llamar Diego'.
¿Y el apellido? 'Todos Japón, porque se les puso nombres cristianos. A lo mejor era Kawasaki, vete tu a zaber, pero el caso es que se les aplicó a todos el mismo apellido.
Ahora son 645 japoneses empadronados en Coria. Todos descendientes de un modo u otro de aquellos samuráis del siglo XVII. Virginio conoce a cada uno de los miembros de esta familia con herencia ninja por las venas.
'Y también a loz que zon de Zevilla, como la que fue Miss España, María José Suárez, y el árbitro de fútbol José Japón Sevilla'.
Cuando Virginio se acoda en el Bar Reloj de Coria del Río dice que echa un vistazo a la clientela y si hay 10 personas, 'cinco zomoh de los Japón'. El pueblo es como la reserva de la tribu, aunque en el Bar Reloj no sirva sake.
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Fuente: El MundoTags: Cultura
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